La realidad snack
Los contenidos instantáneos construyen nuestro presente y se transforman en la realidad snack.
Tweets, micro videos, mensajes de Whatsapp, memes, son algunos de los snacks que nos informan día a día y generan una cadena de mensajes sin fin, alternados, entrelazados y efímeros. Nada permanece, todo se actualiza con una disponibilidad cada vez más cercana al 100%.
En la actualidad el único concepto de tiempo es breve, que conjugado con el valor de la comodidad arroja como resultado, dispositivos y formatos mediáticos muy reducidos. Esto determinó un “ecosistema ideal para que los contenidos breves florezcan, circulen, se crucen entre sí y se reproduzcan de manera súper acelerada”, según las palabras de Carlos Scalori en su libro “Cultura Snack”.
¿Cómo participar?
Dentro de ese entorno, producir mensajes que sean atractivos, reales y que cuenten historias, es un desafío creativo desde lo estético, pero también desde lo conceptual, informativo y hasta comercial.
Generar ideas, opiniones y mensajes organizados en base a una misma línea argumental a partir de tiktoks, clips, posts o stories, demanda elaborar una estrategia. Desarrollar una matriz que permita mantener la “cordura” de una marca, organización o persona pública.
¿Cuánta brevedad es buena? ¿Para qué?
Esa naturalidad con la que fluyen los mensajes puede considerarse una suerte de espontaneidad en las personas, pero muy distinto es en el mundo de las empresas, en el que, si no se gestionan, se transforman en un caos.
Formar parte de la realidad snack es inevitable para cualquier organización porque en ningún caso es una opción que se pueda controlar. Sea por un meme gracioso o tendencioso, una campaña en contra o un usuario insatisfecho, todo contenido en el nuevo mundo puede escalar y transformarse en un “viral”. El desafío es: transformarlo, capitalizarlo o simplemente aceptarlo.
Saber qué hacer con anticipación, como sucede habitualmente, puede resultar de mucha utilidad.
Efectos de la realidad snack
La noción de realidad, lo que ocurre verdaderamente[1], es un proceso de elaboración intelectual cada vez más fragmentado e individual que dificulta la formación de una opinión pública medianamente identificable y colectiva. Esto determina una manera de actuar aislada, intempestiva y violenta[2] que deriva muchas veces de lo virtual a lo real.
De manera consciente o no, cada uno asume como verdadera la información que recibe de sus redes sociales, que previamente seleccionó o que forman parte de su entorno cercano. ¿Cómo no creer en algo que proviene de un familiar o un amigo? En este punto es importante preguntarse “qué o quién es el origen de esa afirmación”. ¿Realmente es necesario formar parte de algo que no se sabe dónde comenzó?
¿Cómo actuar desde el lado del consumidor de esos mensajes?
Frente a un mundo digital en el que el objetivo principal es alcanzar el mayor nivel de visibilidad, es fundamental no generar una respuesta instantánea, con poco razonamiento. Evitar la acción/reacción y considerar el nivel de veracidad y la intención del contenido con el que contactamos (o nos contactó).
Algunas acciones útiles:
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Investigar quién lo dice
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Confirmar con otros medios (de confianza) el mismo contenido
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Consultar a quien envió o compartió la información
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Profundizar sobre los datos
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Verificar el tiempo con el que se hizo
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Si es una imagen, comprobarla a través de https://images.google.com/
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[1] https://dle.rae.es/realidad
[2] https://www.democracyspeaks.org/blog/violencia-en-redes-sociales-un-fenómeno-que-debemos-prevenir